El germen de trigo es la fuente natural más rica en vitamina E, el antioxidante más potente que nos protege de los radicales libres y las secuelas degenerativas, como el envejecimiento precoz, aparte de sus virtudes nutritivas y medicinales contra el llamado colesterol “malo” y la arterioesclerosis, entre otros males.
Es beneficioso para cualquier persona pero especialmente en los estados carenciales relacionados con dietas inadecuadas o enfermedades que impiden la asimilación normal de los nutrientes así como en circunstancias en las que el organismo requiere un mayor aporte de proteínas: embarazo, crecimiento, infecciones crónicas, hemorragias, etc.
Como hemos señalado, es la fuente natural más rica de vitamina E, un antioxidantes que protege a las células frente a la posible agresión de los radicales libres y, por lo tanto necesaria para el mantenimiento y estabilidad de las membranas de las células.
Contiene aminoácidos de gran valor biológico, ácidos grasos esenciales (el cuerpo no los puede sintetizar y se han de obtener a través de la alimentación), vitaminas del grupo B (B1, B2, B3, B6, ácido pantoténico), sustancias de acción antianémica y minerales como manganeso, cobalto y cobre.
Es rico en hierro, calcio, fósforo, potasio, magnesio, manganeso, cobre, cobalto, molibdeno, selenio y sobre todo zinc (es la fuente vegetal más rica en absoluto y equiparable a la levadura de cerveza). Posee vitaminas A, B, C y K. Resulta ser la fuente alimenticia más rica en cuanto a B1 y B2, y la fuente vegetal mejor dotada de las imprescindibles B12 y ácido fólico (sólo superada por la levadura de cerveza).
Además posee gran concentración de colina (lecitina) y buena dosis de otras sustancias antioxidantes como el ácido lipoico y la enzima superóxido dismutasa.
Por su caudal de componentes el germen de trigo extremadamente útil para mejorar el metabolismo graso y se convierte en el complemento ideal para personas con trastornos del sistema nervioso (astenia, depresión, estrés, nerviosismo, etc), esterilidad, enfermedades coronarias, hiperlipidemias (exceso de grasa en sangre), diabetes, deficiente irrigación cerebral, inflamación prostática, irregularidad menstrual, problemas de piel y cabello, intelectuales, embarazadas, ancianos y convalecientes.
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